sábado, 15 de enero de 2011

LA TERCERA TEORÍA





Cuando se es joven, estudiante, dependiente y apegado a las tradiciones culturales, familiares y sociales, existe un tiempo en el cual, se nos llena de dudas la mente y nos cuesta algo reflexionar acerca de ciertos acontecimientos.
Es difícil inclinarse a una posición que te ha dejado hondas dudas durante tu vida de colegial, y más difícil aun, es pensar que la otra parte, podría tener cierto grado de razón por el simple hecho de que sus argumentos provienen de la indiscutible ciencia.
Sí, a eso me refiero. Me refiero al pleito posicional que se lleva a cabo dentro de nosotros mismos. Por un lado se encuentra el hito de la fe y por el otro, la cuestión lógica y razonable. ¿A quién hacerle caso si ambas posiciones se dividen, exactamente, entre mi corazón y mi mente? Si creo en Dios, de alguna manera estoy contradiciendo mi lado científico y si creo en la ciencia, viceversa.
Lo cierto es que, así como todos ustedes, algunas veces me he sumergido en hondas reflexiones, tratando de esclarecer mis dudas. Perder horas de sueño por culpa de Dios o Darwin, algunas veces tiene su lado pintoresco, ya que aquellas dudas, por lo menos te llevan a hacer algo que quizá en toda tu vida de parasito existencial nunca te hayas sentido en necesidad de hacerlo: investigar por curiosidad. Solo por curiosidad, sin alguna presión de por medio. Yo lo hice y, gracias a ello, me topé con algo muy curioso acerca del tema. Sí, me pareció ameno por el simple hecho de que hace alusión a una teoría alterna entre la científica y la religiosa. Este descubrimiento lleva por título “la Tercera Teoría”. Pero ¿por qué debería ser tan interesante este concepto? Por el simple hecho de que en él se plantea la teoría de que hay un Dios, pero no ese Dios omnipotente y totalmente atestado de amor y misericordia; sino más bien de un Dios mucho más humano y científicamente dotado por el conocimiento de cosas que nosotros, en nuestro progreso insipiente, ignoramos, o aun no comprendemos.
Quizá como yo, también ustedes se pregunten ¿cómo puede ser posible semejante aseveración? Pero si observan los hechos históricos de manera detenida y meticulosa, podrán darse cuenta de que no es nada inverosímil, ni mucho menos imposible. Los defensores de esta teoría advierten que es necesario ser una persona de pensamiento libre para poder comprender, sin dogmas de por medio, todo lo que se debe comprender en estos momentos.
Por un lado tenemos la evolución de las especies de Darwin y por otro, la creación del hombre por un dios supremo. Bien, si nos ponemos a analizar la teoría de Darwin, podemos aseverar que si bien es cierto, posee puntos fijos de donde asirse, podemos darnos cuenta también de que no es del todo aceptable. No lo es porque no puede explicar los saltos evolutivos entre las especies, tampoco puede explicar, la perfecta sincronización entre la naturaleza y la evolución de cada especie. ¿Cómo sabe la naturaleza dotar a cada ser vivo de un papel indispensable en el mundo? Un papel únicamente desempeñado por un ser vivo en especial. ¿Cómo explicar, de acuerdo al evolucionismo la extinción de los dinosaurios? ¿Cómo explicar el hecho de que las aves, nacen aves para volar y otras, para nadar y otras simplemente para andar? Quizá Darwin esté revolcándose en su tumba en estos momentos, y no lo culpo, puesto que el conceptismo no muchas veces tiene toda la verdad contenida en un solo razonamiento.
Hoy en día la ciencia demuestra que el hombre no pudo haber evolucionado al azar, que necesariamente tuvo que intervenir una mano, no divina, sino científica para poder crear, o combinar las moléculas adecuadas que nos diferencian de los demás animales. No hay mayor discusión, porque simplemente, sería una probabilidad de uno entre seis mil millones de posibilidades. Prácticamente, imposible por su complejidad. ¿Entonces todo estaría direccionándose a la posibilidad de haber sido creados por un Dios? No se alarmen que eso tampoco puede ser, ya que según los manuscritos antiguos (la biblia, el Corán, Los textos Mayas, Hindúes, Asirios, sumerios, Hoppies, etc. etc.) los dioses crearon al ser humano por una razón en particular. De acuerdo a todos los textos (mitológicos) de todo el mundo, existen indicios de encuentros entre dioses y seres humanos y no necesariamente para debatir sobre el destino del universo, sino mas bien con la finalidad de procreación. Es verdad que los dioses también poseen deseos carnales, cosa que sería imposible si estuviéramos hablando del Dios Bíblico (que no es más que espíritu) entonces ¿cuál es la finalidad del ser humano en este mundo? Quizá como muchos dicen, tengamos que averiguarlo a medida que envejecemos.
Concluimos entonces con el simple hecho de que existe la posibilidad de que exista un ser totalmente avanzado en cuanto a conocimiento tanto científico como espiritual que no tuvo mejor idea que crear su laboratorio en la tierra y hacer de esa manera un experimento con los que ahora lo habitamos.
Quizá nuestro futuro sea indefectiblemente voltear la mirada a nuestro pasado y viceversa.