domingo, 25 de octubre de 2015

EL ASALTO


El grito pareció partir la noche en cuatro madrugadas. Una mujer que se defendía de algo o de alguien, había logrado emitirlo. Los sueños cesaron de repente y las almas de Morfeo asomaban sonámbulas hacia sus ventanas.
Gritos.Forcejeos.Vocerío de chismosos (suéltala animal. Ayuden a esa pobre chica)
¿Un robo? ¿Una violación? ¿Una golpiza desenfrenada? 
Todo tipo de conjeturas se hilvanaban dentro de las mentes de aquellos invasores del silencio que husmeaban tras de sus ventanas.
Al fin, el valor de cuatro adolescentes embriagados y excitados por el calor del alcohol, tomó fuerza en la golpiza que le arremetieron al supuesto agresor.
Una lluvia interminable de pies malolientes y puños escamosos, ahogaron las frases de explicación que el agredido balbuceaba. 
La mujer, entre tanto, había doblado la esquina, y tomando un taxi, que quizá la esperaba, se dirigió hacia donde no pudieran reconocerla.
Un charco de sangre detuvo en seco la atropellada de golpes y demostró, de manera irónica, que el moribundo y supuesto agresor, había sido la víctima fatal de aquella terrible confusión.