miércoles, 1 de junio de 2011

EL AGUA ES VIDA



(Reflexión acerca de un extraño suceso)

El alba fue levantándose y con ella, el vago rumor de la mañana. La luz del sol era apenas perceptible. La contaminación había llegado a extremos deplorables. Una capa gris cubría el ochenta y dos por ciento de su cielo, y fuera de las cuevas, las cantidades de basura habían llegado a saturar el planeta.

Triste y con el ánimo destrozado, empezó su nuevo día; uno que rutinariamente, no dejaba de sufrir desde hace más de medio siglo, pues, exactamente hace ese tiempo que el agua había ido desapareciendo paulatinamente. La gente había perdido el cuarenta por ciento de su peso normal. Las personas dejaron de usar cabello. Hace más de medio siglo que el noventa y cinco por ciento de la flora y la fauna desaparecieron en nuestro planeta. Nadie podía beber más de medio vaso del líquido más preciado en estos tiempos. El noventa y ocho por ciento de la gente sufría de cáncer de piel y de miles de enfermedades más. El mar fue siendo utilizado como fuente de energía y fue secándose poco a poco extendiendo, de esa manera, los desiertos. Hace más de medio siglo que ella no dejaba de sufrir este tormento. Ligia, esperaba no despertar más cada siguiente día. Dejar ese extraño sufrimiento que por un solo elemento había empezado a experimentar. Nadie pensó jamás que un día como éste llegaría, pero está aquí, entre nosotros, durmiendo en nuestras camas y soñando en nuestras almohadas. <>.

Ahora la gente ya no espera con ansias las lluvias como antes, porque las lluvias de hoy son como el fuego y te carcomen la piel al mínimo contacto. Cómo extrañaba ella, sus años mozos, cuando solía bailar bajo la lluvia, sin temor alguno a quemarse la piel. Ahora, no hay agua ni para calmar el llanto ni siquiera, el dolor.

Las guerras se dan por la posesión de los dos últimos pozos del preciado elemento del planeta y no hay mayor riqueza, que poseer un vaso con agua dulce, para despertar cada mañana sin sentir la desesperante angustia de calmar la necesidad de beber.

Lo primero que ella hizo al despertar, fue correr al cuarto de baño para mojar su rostro y tranquilizarse. El flojo sonido del caño, avisó a sus oídos que sus esfuerzos serían inútiles y que tendría que resignarse a calmar su angustia, reposando sobre su cama o dando un pequeño paseo al rededor de su habitación. Se decidió por lo primero. Había tenido un día muy agitado y quizá, ello explicaba el pesado sueño y aquella extraña pesadilla.

Ligia, jamás había vivido momentos tan angustiosos. Sus recuerdos, esta vez, alcanzaron a nublarle el corazón. Se tendió sobre su cama y lloró por última vez, como presintiendo que no volvería a despertar más en aquel caótico mundo, porque los días en ese lugar habían sido los peores y los más trágicos que recordaría. Nada valía la pena sin el preciado tesoro, que medio siglo atrás, no valía la pena conservar.

Eran las tres de la madrugada y ella, solamente quería recordar aquellos tiempos donde la vida era algo más que una obligación o un constante suicidio. El fantasma de la sequía se acercaba a sus oídos a través del sonido del caño abierto, y no tuvo más remedio que soportar el llanto que ya no podía experimentar desde hacía mucho tiempo.

Una vez calmada, trató de recordar todo lo acontecido, pero lo único que llegó a su memoria fue un interminable vacío. Ese vacío que desde hace mucho tiempo venía consumiendo, no solamente su vida, sino también, su corazón, su mundo y su alma. Un miedo pavoroso le atacó de repente. Todo le había parecido tan real, que todavía palpitaba en ella, la sensación de aquella vivencia atroz.

Se incorporó lentamente, se acercó al espejo, cerró los ojos como tratando de imaginarse que todo era un mal sueño; pero tropezó con una realidad deprimente. Su belleza iba marchitándose de a poco frente a ella y, sus pómulos empezaban a sobresalirle en su rostro que, hasta entonces, era precioso. Una imagen demacrada, flácida, deprimente, la observaba del otro lado del espejo. El espanto la llevó a cogerse los cabellos, pero éstos, empezaron a desgreñarse al primer contacto de sorpresa y a los sucesivos, de desesperación. No era un sueño y la tristeza parecía asomársele por entre unos ojos grandes y dilatados que encajaban en un rostro pálido, enjuto, melancólico; y una cabeza totalmente rapada. Mil años habían transcurrido en un instante y las arrugas, se dejaban notar a cada centímetro de su piel, ahora flácida y senil. Su vida estaba a puertas de sucumbir y sus recuerdos la torturaban a cada segundo que pasaba. Se sentía sola, inútil y cansada, como si hubiera trajinado hasta posarse a unos centímetros de la muerte.

Sin embargo, extrañaba el pasado. Poder acariciar sus cabellos, peinarlos o solamente mojarlos y jugar con ellos, pero era una realidad que ya no volvería más.
Se levantó de la cama cuando sintió húmedo su rostro, se sintió extraña. Eran las tres de la mañana y el frío había dejado de sentirse. Abrió los ojos, corrió hacia el cuarto de baño y el sonido del agua, fluyendo a chorros, le devolvió a su realidad. Una realidad que ella creía perdida: LA VIDA, LA TAN ESPERADA VIDA.



DETRÁS DEL TIEMPO

Ha Venido el Mundo a Girar En Mi tristeza...
Se Ha Bebido El Café Que Guardaba Mi Soledad Para El Tiempo...
Mientras Desdibujaba Mi Destino, Con Giros de Dócil Bailarina.
A LLegado, Hasta El Latido de Mi Corazón, Su Halo Misterioso...
Y Luego de Beberse Mi Silencio, Me ha Invitado A Bailar Con Él.
Ha Venido El Mundo a Posarse En Mi Memoria...
Me ha Contado Mi pasado... Ocultando Mi verdadera Historia.